Un golpe de realidad.

Y como si de un sueño se tratara, unas vistas que apreciábamos pero no lo suficiente, dábamos por hecho que todo estaba al alcance de las manos, pero resulta que en un abrir y cerrar de ojos nos dimos de bruces ante la realidad de que en esta vida definitivamente no tenemos nada y que nada, la nada e lo único que nos pertenece.